El vascuence a lo largo de su historia, ha ido acumulando y ampliando léxico en función de los pueblos con los que contactaban los vascos, conservando estos términos, en la mayoría de los casos, tal y como se tomaron de dichos idiomas. Es muy significativo que palabras que se encuentran en jeroglíficos de las pirámides de Egipto o en el habla de los tuaregs saharianos, puedan escucharse diariamente en el habla de cualquier vascoparlante. A través de la teoría de la expansión protovasca posterior a la última gran glaciación podría explicarse este vocabulario similar en función de emigraciones de protovascos hacia el Magreb. Algunos lingüistas sostienen que estas similitudes son debidas a la relación secular con un pueblo preindoeuropeo, de posible origen africano y con presencia en la península más reciente que la vasca, los íberos. Un pueblo que tuvo contacto a través del Mediterráneo con diferentes pueblos de África y de Europa. A través de sus relaciones comerciales con éstos, adquirieron términos que posteriormente pasarían a formar parte del euskera fruto de la vecindad con los íberos.
La relación más estrecha se dio en la época prerromana, concretamente en Cataluña y en la ribera del Ebro, donde se podian encontrar tanto poblados de habla éuscara como íbera. Algunos lingüistas por las similitudes en la fonética y en las palabras, consideraron erróneamente que el euskera y el íbero eran el mismo idioma. Una hipótesis falsa dado que aunque la sintaxis y la gramática parecen similares, mientras los nombres de persona y dioses en aquitano (euskera arcaico de la zona aquitana) de la época romana, que se encuentran intercalados en textos escritos en latín procedentes de Aquitania, han podido ser traducidos en una cuarta parte gracias al euskera actual. Los textos en lengua íbera de la misma época, por el contrario, solamente han podido ser traducidos en una mínima parte, en función del vocabulario que por siglos de convivencia el euskera y el íbero se intercambiaron.
Hay mucha controversia en torno a si los íberos eran un pueblo homogéneo o si la lengua íbera era hablada en todo el Mediterráneo peninsular y parte del francés. Las nuevas teorías que se manejan en la actualidad indican que, los pueblos prerromanos de la península que fueron englobados dentro del grupo ibérico, eran muy diferentes entre sí y no compartían muchos rasgos en común. La lengua íbera, por tanto, sería la propia de un pueblo ibérico, posiblemente mediterráneo, que más desarrollo alcanzó política y comercialmente siendo su lengua utilizada por los diferentes pueblos de la zona para comunicarse. Por tanto, la lengua íbera no sería más que una lingua franca que con la llegada de los romanos sería sustituída por el latín.
El íbero era una lengua aglutinante y parece que poseía el mismo orden de las palabras en la frase que el euskera. Las palabras tienen asimismo un aspecto parecido pero las verdaderas correspondencias parecen ser muy pocas, lo que impide la traducibilidad del ibérico por el euskera. Poseía una fonética muy similar a la vasca: tenía las cinco vocales estándar y sus diptongos parecen ser ai, ei, oi, ui, au, eu, iu. En el último de éstos la i inicial puede en realidad tener carácter de semivocal y pronunciarse yu. En cambio, la otra semivocal, una u entre dos vocales, apenas se halla fuera de algún préstamo siendo así muy difícil de encontrar, lo mismo que sucedía en euskera arcaico. Las consonantes que con los datos que poseemos posiblemente poseía el íbero son las siguientes:
Fuertes / sordas (p) t k S mb ll-lt rr (R) Débiles / sonoras b d g s n l r
El íbero no poseía el sonido /h/ muy abundante en el euskera arcaico, de esta forma diferenciamos cuáles son antropónimos o topónimos íberos de los éuscaros. La p posiblemente sería una variante de la pronunciación de la /b/. La erre simple o fuerte nunca aparecen al principio de palabra como en vasco, añadiéndose una vocal protética ( /a/ ) al igual que en euskera. No había en ibérico sílabas como bla, tre, klo, etc., ausentes igualmente en euskera arcaico, pero en cambio muy frecuentes en las lenguas indoeuropeas. Los nombres de los iberos eran compuestos, como los de los griegos, hebreos y germánicos; pero a diferencia de los latinos que eran breves y carentes de significado. Los nombres vascos de persona son simples o a veces derivados [ a través de sufijos añadidos a la palabra que quieren calificar. Unos sufijos que se pueden traducir fácilmente a través del euskera actual (-ko, -tar, -txo...) ], los nombres compuestos son poco abundantes; si bien esta composición es muy común en los nombres de dioses vascos.
Ibero euskera Español Iliberris Hiri berri Ciudad nueva Mbi Ni Yo Salir Zilar En íbero significaba dinero, en vasco significa plata Bios Bihotz Corazón Biskar Bizkar Espalda Biur Bihur Torcido Ildun Ilun Oscuro Beles Beltz Negro Iltirbikis-en Gorkaren De Iltirbikis (nombre ibérico de persona), de Gorka. Utilización de misma desinencia para el genitivo. Aunque algunos investigadores consideran que el genitivo vasco -en en protovasco era -e Arse(etar) Bilbo(tar) Utilización de la misma desinencia para construir los gentilicios
La razón de parte estas similitudes, es muy posible que se deban a que la lengua que hizo de sustrato lingüístico y que se encontró al llegar a su asentamiento definitivo el grupo humano que posteriormente daría lugar al pueblo íbero, no era otra que la lengua protovasca. De esta forma el origen del pueblo íbero se encontraría en el Mediterráneo catalán o francés; y al mismo tiempo, se podría establecer un paralelismo entre el español y el íbero, pero con dos mil años de diferencia. El español y el íbero compartirían el sustrato vasco pero al igual que el español y el vasco no poseen un origen común, el íbero y el vasco tampoco.
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