El tercer factor para la pérdida del euskera fueron las grandes hambrunas de los siglos XVIII-XIX, que obligaron a gran parte de la población euskaldun (la más pobre de la sociedad) a emigrar hacia las Américas. Ejemplo de ello es que gran cantidad de apellidos vascos se han perdido en el País Vasco y se conservan en América, dado que familias enteras emigraron a las antiguas colonias españolas, huyendo del hambre y en busca de nuevas oportunidades.
El cuarto factor que debilitó al euskera es la posición que tenían las autoridades y eruditos españoles y franceses con respecto a la lengua vasca. El euskera era considerado por todos ellos como "rudem et barbaram linguam, cultum abhorrentem" (lengua tosca y bárbara, incapaz de cultivo). El euskaldun en esta situación de menosprecio a su cultura, se sentía inferior, obligado a aprender español o francés si quería llegar a ser algo en la vida.
Siempre se utilizaron las diferentes lenguas latinas que rodeaban a los euskaldunes para escribir (aragonés, gascón, castellano y francés). Se utilizaron todas menos el euskera.
El euskera era vehículo de cultura tradicional y rural vasca; mientras que el castellano o el francés eran vehículos de cultura occidental, de la cultura de las ciencias y de las artes. No es extraño ver que, por ejemplo, el insigne Unamuno, que era euskaldun, dijera la frase: "Lo mejor que podría aportar el vascuence a la humanidad es desaparecer". La burguesía vasca siempre se avergonzó y rechazó el euskera, considerándolo una lengua del "vulgo", abrazando el castellano como lengua culta, lo que le quitó más prestigio y agudizó, a partir del siglo XIX, la pérdida del euskera.
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