El nacionalismo se fue extendiendo gradualmente en la primera mitad del siglo XX, desde Bilbao al resto de Vizcaya y, de ésta, al resto de regiones de habla vasca. Era una ideología que tuvo éxito inicialmente en las clases acomodadas y en intelectuales de Bilbao, pero la gente humilde de los pueblos, en su mayoría, seguía siendo carlista y, por lo tanto, se seguía sintiendo española. Transcurridos 19 años desde la fundación del nacionalismo vasco, éste consigue ganar la presidencia de la Diputación Foral de Vizcaya, que recae en la persona del nacionalista Ramón de la Sota y Aburto.
Durante la segunda República Española (1931-1939), antes de la guerra civil española, era ya un ideología importante e incluso hegemónica en Vizcaya y Guipúzcoa, con representantes en el parlamento español. Esta ideología tendría que esperar hasta la época franquista, para que, dividida ya en sus vertientes ideológicas (centro-derecha o izquierdas), se convirtiera en una fuerza no sólo hegemónica sino incluso única, en gran parte de los pueblos de Euskadi y norte de Navarra, fruto de las políticas antivascas del franquismo que hicieron que desapareciera el sentimiento de españolidad.
A lo largo del siglo XX habrá varios intentos de configurar un estatuto de autonomía para los territorios vascos. Durante la República Española, a través del anteproyecto del Estatuto de Estella de 1931, impulsado por el PNV y los carlistas navarros, mayoritarios en las cuatro regiones, se establecía la existencia dentro de la República Española de un Estado Vasco integrado por las cuatro regiones vascas peninsulares (Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya). Un anteproyecto que fue ratificado por la mayoría de los ayuntamientos de las cuatro regiones. A este Estatuto de Estella se quiso adherir también La Rioja, donde la mayoría de los gobernantes, como el alcalde de Logroño, la cámara de comercio de Logroño, empresarios, así como la iglesia riojana se mostraron a favor de formar parte del Estado Vasco, por los históricos lazos culturales, humanos y comerciales de La Rioja con el País Vasco. Sin embargo, eran grandes las exigencias que establecía el anteproyecto de estatuto para que otras provincias no consideradas como vascas se unieran al País Vasco:
"(...)TERRITORIO. El territorio del Estado Vasco queda hoy integrado por todo el contenido dentro de los límites de las actuales provincias de Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya.
Podrán ser admitidos en adelante a formar parte integrante del Estado Vasco otros territorios cuyos habitantes así lo soliciten mediante el voto plebiscitariamente expresado del 80 por 100 de los electores incluidos en su censo electoral para las elecciones generales, siempre que la admisión sea autorizada por el Parlamento español, por el Consejo general vasco y por las asambleas legislativas de Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya. Será también indispensable que el territorio que solicite la unión sea continuo y colindante con el territorio vasco en todo o en parte de su perímetro.
Si dicho territorio estuviera enclavado en su totalidad dentro del territorio vasco, bastará que solicite la incorporación la mayoría de los habitantes de aquél (...)"
La adhesión riojana al Estado Vasco debía ser ratificada en un referéndum por el 80% de votos afirmativos de los riojanos y además esta adhesión, entre otras, debía ser aceptada por cada uno de los parlamentos de las regiónes vascas, por lo que las autoridades riojanas finalmente desistieron en su objetivo de unirse al Estado Vasco.
Después, el Estatuto de Estella fue rechazado en el parlamento español, lo que llevó al PNV a suavizar su clericalismo e intentar abrirlo a partidos no conservadores, algo que iba en contra de la posición del carlismo navarro (fuerza política mayoritaria en Navarra, y que, posteriormente, apoyaría el levantamiento fascista) que no quería seguir adelante con un estatuto que acabase siendo laico, con lo que Navarra finalmente se desvincularía del proyecto autonómico vasco. Por lo que el siguiente anteproyecto de estatuto solamente se estableció para las tres regiones vascas occidentales (Álava, Guipúzcoa y Vizcaya), cristalizando esta, por fin, en plena guerra civil española, en las tierras no conquistadas por el ejército de Franco (principalmente Vizcaya, con Bilbao como capital de Euskadi).
En 1936, José Antonio Agirre, del PNV, forma el primer Gobierno Vasco y es primer Lehendakari (lendakári, presidente) de Euskadi en plena guerra civil española. El Gobierno Vasco acuña moneda e imprime sellos de correos, desarrolla también un ejército propio (Eusko Gudarostea; éusko gudárosteá ["Ejército Vasco"]), integrado por 75.000 gudaris (soldados), que se enfrenta junto con el ejército republicano español a los sublevados fascistas.
El lunes, 26 de Abril de 1937, se lleva a cabo el bombardeo de Gernika por la aviación nazi a petición de Franco. Más como ataque a un sentimiento (el "Árbol de Gernika" [guerníka] es símbolo de las libertades vascas), que por ser Gernika un enclave estratégico.
El 19 de junio de 1937 la capital de Euskadi, Bilbao, es conquistada por las tropas fascistas y el lehendakari huye al exilio. Franco declara a Vizcaya y Guipúzcoa " provincias traidoras" por no haber apoyado la sublevación fascista y pierden su foralidad; mientras que Álava y Navarra que sí la apoyaron la conservan. Hay más de 50.000 muertos y 200.000 exiliados vascos.
Se da comienzo a una etapa en la que la población vascoparlante durante cuarenta años vive sometida a la prohibición de su lengua, de su cultura y de la enseñanza en lengua vasca en las ikastolas (escuelas en las que se imparten las materias en euskera), condenando al analfabetismo en su lengua materna a toda la población euskaldun (vascoparlante), que deberá aprender y vivir rápidamente en una lengua y una cultura castellanas, que solamente habían existido en las ciudades vascas, sur de Alava y sur de Navarra, pero que en el resto se desconocían completamente.
Todos los libros escritos en lengua vasca y las ikastolas fueron quemados y se dio castigos ejemplarizantes a parte de la población vascoparlante para que el aprendizaje del castellano fuera más rápido. Quedando libres de esta represión cultural los vascos de las ciudades, sur de Álava y los navarros sureños para los cuales el franquismo, al ser castellanoparlantes, fue similar al del resto de los españoles.
El régimen franquista acarreó la pérdida del sentimiento de españolidad de gran parte de la población vasca, lo que hizo arraigar el independentismo, un sentimiento que era minoritario antes de la llegada de Franco (el nacionalismo vasco, tanto en su vertiente de centro-derecha (PNV) como de izquierdas (ANV), antes de la llegada del franquismo era autonomista).
El arraigo del nacionalismo vasco en grandes capas de la sociedad vasca, tanto acomodada como humilde, se dio, por tanto, en la época de la dictadura franquista con la prohibición de todo lo vasco. Para la población de las ciudades vascas, al ser castellanoparlantes, el franquismo significó la pérdida de las libertades, como en el resto de España. Mientras que para la población de los pueblos que era vascoparlante, además de pérdida de las libertades, significó también un ataque a su identidad. La forma de ser español de un euskaldun o vascoparlante era siendo vasco. El franquismo obligó a la población vascoparlante a tener que elegir entre lo suyo y lo español. A tener que renegar de lo vasco. El ser vasco y el ser español para los vascoparlantes se convirtió en algo antagónico y la mayoría eligió ser vasco. De esta forma el nacionalismo y el independentismo se arraigó en la sociedad vasca y surgió un anti-españolismo cuyo máximo exponente en extremismo fue ETA.
En 1959, nace ETA, Euskadi Ta Askatasuna (euskádi ta askátasuná, "Euskadi y la libertad"), organización armada que surgió para luchar contra el franquismo y que después de la llegada de la democracia permaneció utilizando la violencia para conseguir sus fines políticos al margen de vías democráticas, unos fines políticos entre los que está la consecución del derecho de autodeterminación, ejercitar este derecho y conseguir la independencia del País Vasco, su unidad territorial y posterior establecimiento de un estado socialista vasco. ETA surgió del odio hacia todo lo español fruto de la imposición de una visión monolítica del ser español, es decir, español es todo aquel que hable español. Las culturas gallega, catalana y vasca no son españolas, por lo que hay que acabar con ellas.
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